No es como en una misa religiosa en la que se está asistiendo a una ceremonia en la que las cosas transcurren en un cierto orden ya establecido.
Viendo este otro escenario, los espectadores están en una situación en la que probablemente logren algún sentimiento de sorpresa por lo que oyen, porque lo que convoca es la posibilidad de encontrarse con lo nuevo.
Y cada vez es distinta a la anterior.
Y ahí están sentados, esperando escuchar qué tiene para decir aquel que por algún motivo desconocido ha ofrecido hablar frente a este público.
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