4/04/2009

El que viaja

Imaginen una reunión. Estaban los hombres, quienes preparaban la carne a la parrilla, bebían el vino a por montones y conversaban sobre los negocios que podrían realizar en un futuro. Todas pompas de jabón. Estaban también las mujeres que sentadas alrededor de la mesa, cortaban frescas verduras,  hablaban sobre sus hombres y criticaban a otras mujeres que no estaban presentes. 
Perfiles bien estereotipados

Una reunión para homenajear al viajero que partía. 

Uno del grupo había decidido partir hacia otro lugar. "Los que se van por caminos inciertos, son los que encuentran los tesoros del destino" tiró uno de los hombres más ancianos y con mayor experiencia medio en pedo.
 
"Los que se van pueden sufrir la maldición de los que se quedan. El camino se les hará mucho más difícil" comentó una de las mujeres, mientras miraba de reojo al viajero. 

"Te maldigo y nunca podrás librarte de ello" dijo casi susurrando, entrecerrando los ojos para apuntar con mayor certeza su venenosa mirada, dirigida exclusivamente a quien había decidido partir.

Por no poder enfrentar el dolor que la noticia del viaje le traía, prefirió maldecir el destino del joven. Rara elección viniendo de una mujer que en varias oportunidades, en su juventud, había emprendido viajes en busca de su suerte, confiando en que al regresar, si eso ocurría, la esperaría el grupo que la vio partir, sabiendo que allí pertenecía, por elección o por imposición, pertenecía. 

La sorpresa del viajero no se hizo esperar. Otra de las mujeres de la comunidad, ofreciéndole un amuleto para su viaje, lo anotició sobre la maldición de la otra mujer. Recomendó que esa misma noche, antes de partir, hiciera lo necesario para romper la maldición.

El viajero pidió permiso a los ancianos y se acercó a hablar con la mujer. Se sentó a su lado, mientras las otras mujeres dejaban la habitación y le explicó con un dulce y sincero tono, cuáles eran los motivos que lo impulsaban a viajar. 

Luego le dijo "...y en este viaje que emprendo es importante llevar conmigo no solo el deseo de encontrar el camino que me pertenece, también es fundamental llevar conmigo las palabras justas para poder comprender lo que el azar ponga en mi camino, y las palabras justas, son las que cada uno de ustedes ha encontrado en su propio recorrido. Decime por favor, decime bien cuáles son tus palabras"

Y la mujer pudiendo reflexionar  y teniendo muy presente cuáles habían sido sus mal decires, le respondió "El dolor de lo incierto, es aquello que sostiene el recorrido, y la alegría del encuentro, aquello que lo motiva".

El viajante se puso de pie, inclinó su cuerpo y acercándose dulcemente al oído de la mujer le dijo: "Ahora has dicho bien, lo que antes no podías. Tu maldición ya no es tal, ahora me siento bendecido por tus palabras. Gracias".

3 comentarios:

  1. El destino no puede irse a ninguna parte sin uno ..

    quizas el no saber que puede ocurrir es aquello que paraliza y toma a la palabra como lanza para su lucha ...

    El destino es el presente acompañado de un pasado ...que esta ahi mirando ,observando....

    No existe maldicion que perdure..si no un gran espejo de nuestro temor...

    la escucha y el saber entender conducen a un destino....inimaginado se modifica en cada segundo como el viajante

    de esta historia...que cuando hablo la mujer cambio su recorrido...

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  2. Está bueno lo que escribís, pero me pregunto :¿son frases copiadas?

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  3. si es lo que yo escribi...no , no podria ...es solo una interpretacion de aquello que me animo a percibir...

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Dibujemos el garabato juntos!