6/18/2010

El guardián de los vasos

"Permiso". Fue la palabra que utilicé para pasar entre los invitados del lugar, que reunidos en pequeños grupos, ocupaban el espacio, sin tener registro de lo que pasaba a su alrededor.
"Permiso" le dije también al que parado frente a la mesa del rincón, con actitud  de guardián, me impedía agarrar uno de los vasos que estaban sobre la mesa. No era posible hacerlo si él no se movía, ni por sus costados, ni desde algún otro ángulo.

Cuando acusó recibo de mi pedido, con una actitud un tanto resignada, cedió el lugar para que pudiera llegar a la mesa. Me sorprendió notar cuántos otros hicieron fila detrás de mi para llegar al mismo destino. La sola presencia del guardián les había estado impidiendo semejante empresa.

Ya con el vaso en otro ambiente de la casa, charlaba entretenido con otros invitados, cuando de pronto escuché decir en tono fuerte y sobreactuado: "Permiso!... Permiso!..."

Era el guardián de los vasos, que intentaba pasar entre nosotros, y se abría camino pronunciando la palabra mágica.
La repitió tantas veces! Aún cuando ya había logrado pasar hacia donde se dirigía. Se detuvo, giró su cabeza y mirándome fijamente, casi gritando y en tono burlón, me dijo: "Permiso!!"

Una sonrisa brotó en mi: "¿Viste cómo funciona?" Le pregunté.

El guardián había aprendido una palabra nueva y ahora sabía cómo hacer para salir del rincón.