Preguntó si su madre volvería, cada vez que ella se iba.
Si su padre lo quería, cada vez que lo retaba.
Preguntó porqué entre los hermanos se peleaban,
si era con ellos con los que jugaba.
Porqué los amigos cambiaban y la amistad perduraba.
Preguntó qué le pasaba, estando triste y estando contento
sin saber que a eso se los llama sentimientos.
Preguntó qué era el amor cuando lo sentía,
y el porqué del dolor cuando le dolía.
Preguntó hacia dónde iba, cuando sintió que se movía
y hasta dónde llegaría, sabiendo que avanzó.
Escribir siempre fue un recurso que tuve muy a mano. Primero sobre el papel y más adelante en el teclado. En este Blog escribí entre el 2009 y el 2011 en un momento muy especial de la vida en el que empecé a construir un recorrido ya como profesional. En 2009 empecé mi primer trabajo profesional rentado yéndome de donde trabajaba. Sobre las despedidas, el crecer, el construir cosas nuevas. Moverse y cambiar. Decir. Hablar. Escrituras de pasaje entre experiencias.
10/25/2010
10/14/2010
Hacia donde
Hacia dónde se dirigen mis palabras una vez que las escribo?
Me entero por ahí que algunas cosas de las que he escrito
han sido leídas más lejos de lo que jamás hubiera imaginado.
Que sensación de inmensidad!
Que emoción!
Que horror!!
Ponerle un chip a las palabras para seguirlas en sus direcciones
como a los animales del africa
sería una empresa un tanto imposible.
Sabiendo desde el comienzo, más bien desde el origen
que las palabras que escribo ya no son mías
y que nunca lo fueron.
Desprenderme de ellas,
una y otra vez, decirles adiós
hasta que algún ser compasivo me diga
"esta palabra fue tuya
alguna vez"
Reencontrarlas y reconocerlas como salidas de mi.
Transformadas.
Pero mías -en parte.
Sin la extraña impresión que da encontrarlas
como viniendo de otros.
Eres mía? Le preguntaría.
Fuiste mía alguna vez?
Me ilusionaría nuevamente
y seguiría escribiendo.
Me entero por ahí que algunas cosas de las que he escrito
han sido leídas más lejos de lo que jamás hubiera imaginado.
Que sensación de inmensidad!
Que emoción!
Que horror!!
Ponerle un chip a las palabras para seguirlas en sus direcciones
como a los animales del africa
sería una empresa un tanto imposible.
Sabiendo desde el comienzo, más bien desde el origen
que las palabras que escribo ya no son mías
y que nunca lo fueron.
Desprenderme de ellas,
una y otra vez, decirles adiós
hasta que algún ser compasivo me diga
"esta palabra fue tuya
alguna vez"
Reencontrarlas y reconocerlas como salidas de mi.
Transformadas.
Pero mías -en parte.
Sin la extraña impresión que da encontrarlas
como viniendo de otros.
Eres mía? Le preguntaría.
Fuiste mía alguna vez?
Me ilusionaría nuevamente
y seguiría escribiendo.
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