6/03/2009

Había que decirlo

Antonio sintió la necesidad de decírselo. Llamó a su buen amigo y le dijo que quería hablar sobre lo que venía pasando. Sorprendido, su amigo le respondió que no habría problema alguno. Antonio tomó un profundo respiro como para llenar sus pulmones hasta el tope y soltó junto al aire lo que quería decirle.
La reacción no tardó, él lo interrumpió y le dijo que cómo era posible que le dijera algo así, que era hasta ofensivo lo que estaba diciendo, que no se lo podría perdonar nunca.

Fue un tiempo el que ellos estuvieron sin hablar después de ese llamado.

Fue un tiempo el que Antonio tardó en entender porqué había tenido la necesidad de decir lo que sentía respecto a su amigo. Hasta que entendió y aceptó que ya no quería ser cómplice silencioso de la auto-destrucción que su amigo practicaba noche tras noche consigo mismo. Ya no quería ocultar lo que sabía: él se hacía mal. Debía decírselo, aunque esto lo ofendiera al punto de no querer volver a hablar con él.

Antonio supo que fue violento al decirle lo que sentía. Pero confiaba en que lo que había dicho, tal vez, podía servirle, quien sabe, servirle de referencia, servirle de puente para cruzar a otro lugar. Servirle para que dejara de hacerse daño.

Su amigo nunca se lo dijo a Antonio, pero estaba profundamente agradecido por las palabras que como amigo se atrevió a decirle.

Nunca más volvieron a hablar de lo que ocurrió. Antonio dejó de estar por las noches junto a su amigo. Y éste, sin que Antonio lo supiera, dejó de hacer las cosas como antes las hacía. Empezó a cuidarse.

1 comentario:

  1. A veces nunca ...es la palabra mas dolorosa..porque pareciera que no hubiera nada mas..
    Pero si hay, nada mas...hay todo el tiempo ..

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Dibujemos el garabato juntos!