9/12/2011

Una pintura

     Hace algunos años dibujé en una hoja una escena de dos celebrando. Dos figuras extasiadas brindaban por el encuentro. Era más bien un boceto, en lapiz. Lo hice mientras trabajaba en la oficina, como para pasar el tiempo.
     Una tarde de fin de semana en mi casa, copie el boceto a una tabla de madera y terminé de dibujarlo. No era cualquier tarde, sino una de esas en las que el registro emocional estaba totalmente sintonizado. Busqué en un cajón -en uno de esos cajones en que se guardan cosas que no se sabe para qué se las guarda- y encontré unos pomitos casi vacíos de acrílico. Acrílicos de varios colores.  Había también un pincel. Creo que había uno solo. Y lo pinté.  Pinté un cuadro. Para mi sorpresa, quedó bastante bien. Le puse un alambre en el dorso y lo colgué en una pared. Algunos lo vieron, y me hicieron buenos comentarios. A mi me gustaba. 
    Cuando me mudé, la madera con la pintura quedó entre los bártulos de la mudanza. Supongo que cuando hay una mudanza, muchos de los objetos que uno tenía en uso, pasan a la categoría de bártulos. Dejan de tener utilidad. Allí olvidé la pintura, sin querer queriendo, por muchos años.
    Hace un tiempo y con otra mudanza en el medio,  me acordé del cuadro, de sus colores, de la escena, del registro emocional de esa tarde. Fuí a buscar entre los objetos que estaban todavía allí, cubiertos por una fina capa de tiempo, ese cuadro que recordaba haber pintado.

Pero no lo encontré.
Y está bien así.
Debe estar en algún lugar.
Adornando vaya uno a saber qué pared. 


 

3 comentarios:

  1. recuerdo vagamente ese cuadro- lindo el texto!

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  2. Si, es el que estaba en la cocina cuando ustedes se quedaron en mi casa. Recuerdo a J diciendo que tenía algo de Matisse.

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  3. Y cómo me gustó salir a conocer a Matisse!!!

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Dibujemos el garabato juntos!