Lo cierto es que por varios motivos de los que no tengo ningún interés en comentar, preferí en vez de estar en la pista -donde la mayoría bailaba al ritmo de la música de ocasión- quedarme en los lugares marginales del lugar.
Encontré a varios conocidos de hace unos años y estuvimos hablando toda la noche en la cocina.
Algo que me llama la atención de ese tipo de reuniones es que, si bien se supone que cada uno se entretiene como le sale, como en la vida, existe una especie de contrato implícito según el cual todos deberían comportarse de la misma manera.
En general, prefiero evitar el efecto de masa.
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